Al observar las particularidades estéticas de la ficción borgeana, la reformulación propuesta por Fogwill es radical. En lugar de conciliar usos intelectuales de la lengua literaria anclados en la tradición, la furiosa estética fogwilliana presenta, a través de los hermanos Lamborghini, la inversión de esa ecuación; la literatura será un ejercicio de poder y una defección deliberada frente a sus cristalizaciones, una imposición (del autor y su estilo) sobre la lengua. A través de estas consideraciones Fogwill buscaba desplazar la poética borgeana para avanzar sobre la infraestructura de su estilo, contrarrestando el artificioso clasicismo que excluía todo barroquismo del significante. En su lugar, sus intervenciones visualizan una nueva estética, esto es, un nuevo modo de leer y escribir que se materializa en una serie de nombres y afinidades, y se disponen como variación controversial en el estado del lenguaje literario argentino.
En definitiva, la política de la ficción fogwilliana se manifiesta como una escritura intensiva, trabajada por afectos y modalidades extravagantes, en ocasiones alucinadas, de ver y percibir. En ella, la narración atraviesa los límites taxativos entre vida y literatura para dar forma a constelaciones impropias, al tiempo que profana, es decir, dispone nuevamente para su uso común, los lenguajes y experiencias de la cultura literaria.
Fogwill La Experiencia Sensible Pdf 19
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No obstante es evidente y habitual que para preservarnos de algo que rechazamos, por ejemplo un uso que no genera consenso del término terapia en relación a la escritura, generemos una negación y tomemos la posición contraria. Pero esto puede obstaculizar la exploración y el recorrido de aspectos propios de la escritura que en efecto son difíciles de soslayar a su experiencia, que es transformadora, y que contiene una cantidad de procedimientos únicos, que le son justamente específicos, y la hacen única y singular, más allá de las terapias occidentales convencionales, y más allá también de las nociones modernas convenidas de la autonomía de la literatura, que ciertamente, a través de la lectura de la tradición francesa, los argentinos hemos recibido con fervor, muchas veces enriqueciéndonos.
Mi propuesta es que sí es posible pensar una noción de terapia e incluso de curación en relación a la escritura. Y que en efecto las teorías textualistas contribuyen al aporte de que escribir es una tarea compleja, con tradiciones específicas, que requiere de entrenamiento, oficio, deseo y vocación. Estudio y transmisión. No es una tarea ingenua, y escribir no es un vómito, aunque pueda discutirse por qué pensar al vómito como algo peyorativo. Pude ver textos que en la escritura se sintieron de esta manera y que mantenían estructura y composición. En la experiencia que algunos escritores iniciáticos que se sueltan a la experiencia de escribir maravillosamente y que sienten como vómito hay una cantidad de recursos complejísimos que se entrenan, se perfeccionan, y que contribuyen en un sentido doble a la construcción de un objeto literario, y al mismo tiempo, a la construcción de un sujeto que escribe, disfruta, aprende y evoluciona. Además que en la expresión libre, hay estructuras de la lengua, la mente y el discurso, sobre las que se puede trabajar y operar. Escribir es un proceso, incluso, un proceso colectivo. Escribimos con lenguaje social, heredado, aprendido en las escuelas y las familias, con historia y significados, y lo que surge de esa instancia que a veces se siente y piensa solitariamente va a recorrer la sociedad nuevamente a través de la publicación, donde adquirirá nuevos significados y valores, a través de una tradición que, es cierto, es basta, compleja, se llama literatura, es abierta y se conforma por campos de tensión y por especialistas de todo tipo y orientaciones. Y todo esto, esta complejidad le es intrínseca a la escritura y a su poder, en uno mismo y en los otros.
Entiendo la función terapéutica de la escritura en el modo de una ceremonia, una función sagrada. No quiero exagerar con esto, pero más de veinte años de dedicación a la escritura con todos los sacrificios que implica y haber conocido en el camino a tantos otros escritores y colegas que llevan su propio recorrido me enseñó que esto es posible. La experiencia del escritor es compleja, porque pasa de la función del paria al desclasarse de lo que las familias tradicionales esperan de ellos a -si tienen suerte y la vida se los permite- alcanzar una función positiva de construcción conjunta y afirmación y enseñanza. 2ff7e9595c
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